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jueves, 12 de septiembre de 2013

Una propuesta metodológica para analizar y comentar el 11 de septiembre de 1973

El 11 de septiembre es un día en que todos se sienten con el derecho de hablar del tema y opinar, y está bien que así sea porque eso demuestra que podemos hablar del tema, independientemente de si hablamos de él bien o mal, de la fecha, de su significación, etc.

Yo también me quería sumar al entusiasmo colectivo y dar algunas pautas metodológicas para la reflexión de esta fecha, sin pronunciarme sobre el fondo de la cuestión, pega que les corresponde a los historiadores y otros profesionales más.

En primer lugar, creo que hay que distinguir lo siguiente de todo el análisis: a) el golpe como hecho; b) sus causas, los factores que lo propiciaron; c) el devenir de la dictadura. En general tienden a confundirse y mezclarse todo en un solo análisis y ello es impreciso y no nos puede llevar a conclusiones verdaderas.

Luego, hay que entender las posibilidades epistémicas de los agentes que operaron en esos días. Esto es muy típico: la gente hoy juzga la totalidad de los hechos históricos y a quienes los propiciaron como si tuvieran los mismos conocimientos que hoy tiene el que hace el análisis. Eso no sólo es no tener una visión histórica de la situación, sino que además es una falacia. El que juzga hoy tiene mucha mayor información que quien juzgó el 73. No es justo -o más que justo, no es verdadero- juzgar los estados de cosas de 1973 con el conocimiento del 2013.

Además, tenemos que tener una visión amplia de las causas que propiciaron el golpe. Si bien es cierto podemos establecer determinadas relaciones causales entre ciertos hechos y el golpe, no podemos hacer lo mismo respecto de la responsabilidad de quienes propiciaron esos eventos y las consecuencias que provocaron. Por una parte, es muy distinto que un sujeto o grupo de sujetos (S) hayan provocado un cierto evento (X) que fue un factor que causalmente propició el golpe (G) a querer provocar los efectos de lo que fue la dictadura (D). Puede que S, que deliberadamente provocó X, quizás no quiso provocar G, sino más bien Y (otro evento/factor causal/explicativo de G). Si esto es así, es bastante probable que tampoco haya querido provocar D. A la vez, aún cuando S haya deliberadamente querido provocar G, tampoco puede con verdad atribuírsele responsabilidad de querer provocar D. Para quienes vivimos en el 2013, es fácil juzgar desde nuestras posibilidades epistémicas que G iba a provocar D, no sólo porque en Chile fue efectivamente así, sino porque además tenemos los ejemplos de varios países de América. La pregunta que hay que hacerse es: ¿era posible realizar el mismo ejercicio en los años 60/70?

En resumen: creo que hay que tener en cuenta que a) G es una cosa; b) D es otra, y su devenir era muy difícil de prever, no obstante lo que dicen muchos de quienes llenan los estados de Facebook de nuestros timelines. Hay una mezcla deliberada de todos estos factores.

Una forma de respetar la rigurosidad de la argumentación cuando comentamos acerca de estos hechos podría considerar lo siguiente:
- Tener ojo con las relaciones causales. Cuidar de juzgar correctamente los factores causantes.
- A su vez, juzgar correctamente la responsabilidad de los agentes que detonan esos hechos, teniendo en consideración su conocimiento actual (efectivo en ese momento) y posible para poder prever lo que sucedió efectivamente después.
Separar el análisis de la responsabilidad en sentido fáctico (relaciones causales de X e Y con G y también con D) de la responsabilidad ética, que conlleva un análisis de la buena/mala fe y del conocimiento con el que actuaron. En general creo que en este punto, nuestros analistas de Facebook fallan.