El
11 de septiembre es un día en que todos se sienten con el derecho de hablar del
tema y opinar, y está bien que así sea porque eso demuestra que podemos hablar
del tema, independientemente de si hablamos de él bien o mal, de la fecha, de
su significación, etc.
Yo
también me quería sumar al entusiasmo colectivo y dar algunas pautas
metodológicas para la reflexión de esta fecha, sin pronunciarme sobre el fondo
de la cuestión, pega que les corresponde a los historiadores y otros
profesionales más.
En
primer lugar, creo que hay que distinguir lo siguiente de todo el análisis: a)
el golpe como hecho; b) sus causas, los factores que lo propiciaron; c) el
devenir de la dictadura. En general tienden a confundirse y mezclarse todo en
un solo análisis y ello es impreciso y no nos puede llevar a conclusiones
verdaderas.
Luego,
hay que entender las posibilidades epistémicas de los agentes que operaron en
esos días. Esto es muy típico: la gente hoy juzga la totalidad de los hechos
históricos y a quienes los propiciaron como si tuvieran los mismos
conocimientos que hoy tiene el que hace el análisis. Eso no sólo es no tener
una visión histórica de la situación, sino que además es una falacia. El que
juzga hoy tiene mucha mayor información que quien juzgó el 73. No es justo -o
más que justo, no es verdadero- juzgar los estados de cosas de 1973 con el
conocimiento del 2013.
Además,
tenemos que tener una visión amplia de las causas que propiciaron el golpe. Si
bien es cierto podemos establecer determinadas relaciones causales entre
ciertos hechos y el golpe, no podemos hacer lo mismo respecto de la
responsabilidad de quienes propiciaron esos eventos y las consecuencias que
provocaron. Por una parte, es muy distinto que un sujeto o grupo de sujetos (S)
hayan provocado un cierto evento (X) que fue un factor que causalmente propició
el golpe (G) a querer provocar los efectos de lo que fue la dictadura (D).
Puede que S, que deliberadamente provocó X, quizás no quiso provocar G, sino
más bien Y (otro evento/factor causal/explicativo de G). Si esto es así, es
bastante probable que tampoco haya querido provocar D. A la vez, aún cuando S
haya deliberadamente querido provocar G, tampoco puede con verdad atribuírsele
responsabilidad de querer provocar D. Para quienes vivimos en el 2013, es fácil
juzgar desde nuestras posibilidades epistémicas que G iba a provocar D, no sólo
porque en Chile fue efectivamente así, sino porque además tenemos los ejemplos
de varios países de América. La pregunta que hay que hacerse es: ¿era posible
realizar el mismo ejercicio en los años 60/70?
En
resumen: creo que hay que tener en cuenta que a) G es una cosa; b) D es otra, y
su devenir era muy difícil de prever, no obstante lo que dicen muchos de
quienes llenan los estados de Facebook de nuestros timelines. Hay una
mezcla deliberada de todos estos factores.
Una
forma de respetar la rigurosidad de la argumentación cuando comentamos acerca
de estos hechos podría considerar lo siguiente:
- Tener ojo con las relaciones causales. Cuidar de juzgar correctamente los factores causantes.
- A su vez, juzgar correctamente la responsabilidad de los agentes que detonan esos hechos, teniendo en consideración su conocimiento actual (efectivo en ese momento) y posible para poder prever lo que sucedió efectivamente después.
- Separar el análisis de la responsabilidad en sentido fáctico (relaciones causales de X e Y con G y también con D) de la responsabilidad ética, que conlleva un análisis de la buena/mala fe y del conocimiento con el que actuaron. En general creo que en este punto, nuestros analistas de Facebook fallan.
- Tener ojo con las relaciones causales. Cuidar de juzgar correctamente los factores causantes.
- A su vez, juzgar correctamente la responsabilidad de los agentes que detonan esos hechos, teniendo en consideración su conocimiento actual (efectivo en ese momento) y posible para poder prever lo que sucedió efectivamente después.
- Separar el análisis de la responsabilidad en sentido fáctico (relaciones causales de X e Y con G y también con D) de la responsabilidad ética, que conlleva un análisis de la buena/mala fe y del conocimiento con el que actuaron. En general creo que en este punto, nuestros analistas de Facebook fallan.